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LA PUERTA NÚMERO UNO

Como hoy es ayer y tú ni yo estamos en los presentes de los presentes, actuando con miedo debajo de la penumbra y todo el dolor no es más, que el cuadro de una madre que solo puede llorar por su ojo izquierdo, porque aunque no me creas hoy desperté con mi mejor edad, era 1994 cuando jugaba en la calle para matar la angustia de recordar a todo aquel difunto cadáver que me sonrió cuando ya estaba por cumplir los 50. Me dijo “te llego mi regalo”. Era una caja de música que servía para abandonar el silencio de los apolíticos, los pobres señores que se hacen los que no saben, porque les pesa mucho no reconocer que son gente y una mañana se vistieron de persona.

Cuando recordaron que su hijo historia era la ciudad y pisaron su nombre en toda edad manchada, por la indigna razón de saber que hoy no está en la esquina del desamparo, mirando y pensando cómo poder acortar la insuficiencia de la derecha o la incógnita resolución de la izquierda.

Pasado mañana te toparas con los perros vagos que saben de ti mejor que yo, conocen la angustia y toda la rabia que Dios no perdono cuando olvidaste su nombre y yo solo quería comer pedazos de vidrios con unas gotas azules, antes de morir atropellado retóricamente por un gato ciego, era el escenario perfecto para que yo descansara en paz, pero no importa ya está hecho el perdón de los pecados y eso significa que jamás podre saber la ternura que se apodero de tu primera cana, te acordaste del yo, de los viejos que no saben hablar y que los fanáticos de ultra derecha los nombran como: “Esclavos, pueblo, ciudadano, crédito y mala suerte”.

A veces perdono hasta al más hijo de puta de la historia, porque con suerte existe y no puede releer la memoria ajena en la calle, que de seguro no llevara mi nombre, presumir que todo esto es una farsa, que hoy nunca fue lunes, que jamás estuve viajando con la incomodidad de escuchar al señor Tierra o al mismísimo padre de la patria. Ese que no sabe de historia, tortura, o que la mejor guerra de este país fue liberada por el crimen de los señores de plomo, soldado al frente manchen, a cada hora con el verde puñal que te hizo pensar que me olvide del día martes o viernes, ya no existe, es solo el día después del jueves las 24 horas que te dicen despierta te estoy consumiendo la vida, de apoco y no me apuro, me gusta verte ganarle al tiempo, como en mi presente del ahora.

Lo último que veo es una taza a medio terminar con democracia. Y la constitución política no es más que café mesclado con la palabra aburrimiento, yo confieso que no será la última vez, como puedo explicar la sorpresa de este engaño que pasa por tu cabeza y un impulso eléctrico trata de resolver la creación de los minutos, porque estas letras que no son tal, no dicen nada repito,  y en el fondo muy en el fondo quiero que te susurren al oído el primer contacto inhumano con el nirvana, el dolor y el sufrimiento que se pierde con cada respiro, en el beso del adiós y el abraso que siempre quedo en deuda, gracias, fue un placer conocerte, aunque no sepa en qué momento yo deje de sonar en tu cabeza, digo esto porque los miércoles soy guitarra eléctrica, los lunes pájaro muerto y los feriados generalmente despierto con forma de cigarro.

Como puedes escuchar, la política es el sonido que llega al final de cada canción, la razón del fundamento sumado por el pretérito imperfecto y al reconocer que SI. Un día fui comunista y de esos que se bautizan reconociendo que ellos se reinventaron como lo que son.

Actualmente como puedes leer ya sin motivo y razón alguna, reconozco que tu estas en mi yo,  aunque no lo creas aun queda algo de tiempo para volver al año 1950 y que el acto de hablar signifique estar presentes en el verbo ahora, en el preciso momento en que tu estas frente al espejo, te peinas lentamente, eres libre porque llegaras tarde al trabajo. Y ese mismo día conocerás a alguien que se llamara como tú, hablaras de historia y solo podrás decir algo como: buenos días, buenas tardes, buenas noches.

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